El lunes Tiempo Patagónico publicó en Facebook un comentario sobre las consultas que tuvieron acerca del comportamiento del Tronador, incluso que si estaba en alerta naranja. En la página aclararon que no hay novedades oficiales al respecto porque el país no tiene sistema de monitoreo de volcanes. Una respuesta políticamente correcta pero que le dejó dudas a más de uno y que alimenta a los más paranoicos.
Escribí una respuesta contundente afirmando que el Tronador lleva apagado 340 MIL AÑOS y está extinto. Prueba de ello es la erosión ocasionada por los glaciares. El «punto caliente» que genera las erupciones volcánicas se va desplazando hacia el Oeste, por eso la actividad está en Chile y no en Argentina, donde solo quedan remanentes geotérmicos.
Aprovecho entonces esta oportunidad para escribir un post que alguna vez prometí hacer y que incluso me han reclamado. La principal razón por la que nunca lo escribí fue porque un dato clave está en un libro que tomé medio al azar en la biblioteca de la Delegación Patagonia de la APN y no recuerdo cómo se llama ese libro. Pero ayer, revolviendo libros, encontré el «Sitios de Interés Geológico de la República Argentina», publicado en 2008, donde aparece todo un capítulo sobre el Tronador, escrito por Gustavo Villarosa, Valeria Outes, Mariana Masiokas, Ricardo Villalba y Sonia Rivas.
Las nacientes del Ventisquero Negro, donde se ven los estratos de antiguas erupciones (1) y la roca granítica previa al volcán, al descubierto (2).
En este trabajo explican que el Tronador fue un volcán que tuvo actividad desde 1,3 millones de años atrás hasta hace 340 mil años, cuando dejan de encontrarse nuevos rastros. Es decir que la última erupción fue hace un tercio de millón de años. En otra publicación encontré un esquema de cómo se deduce que fue la actividad volcánica del Tronador, que en vez de ser cónico como el Osorno o el Lanin, era como un extenso domo redondeado con la lava saliendo lentamente y cubriendo una gran superficie durante un millón de años. Este esquema es el que tienen el Cordón Caulle y el Hudson, entre otros.
En los últimos 340 mil años sucedieron varias glaciaciones que erosionaron los basaltos. Al desaparecer el calor interno del antiguo volcán, el hielo fue desarmando una de las rocas más duras que existen y es así como hoy el Tronador tiene paredes verticales de casi mil metros de altura donde se pueden distinguir las capas de distintas erupciones. Si el volcán estuviera activo el hielo no podría haber llegado tan profundo. Aun con calor residual habría algún remanente geotérmico, como en las Termas de Lahuenco, al noroeste de San Martín de los Andes.
Pampa Linda, al centro, y cerro Los Emparedados, atrás, un remanente del escudo basáltico del Tronador.
En cuanto a los puntos calientes, en realidad se habla de un «arco activo» y se va desplazando al Oeste. Prueba de esto es la cadena Lanin-Quetrupillan-Villarrica, donde el volcán activo es éste último. En el caso del Tronador, casi en la misma línea está el Puntiagudo, también extinto, y el Osorno, activo. Un poco más al norte están el Pantojo-Casablanca-Antillanca, repitiendo un poco el esquema del Lanin.
En la zona cerca a Tronador existe un cerro, el Volcánico, que es un pequeño cono rojizo resultado de alguna actividad después de la última glaciación. O sea que tiene menos de 11 mil años pero no hay indicios de actividad reciente (últimos siglos). Tal vez fue el último remanente de lo que hace un millón de años fuera un enorme volcán que superó los 4000 m de altura, hoy reducido a una montaña notablemente estética.