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Otra vez la Terminal de Omnibus

Otra vez la Terminal de Omnibus

Es notable ver cómo el municipio intenta tropezarse con la misma piedra cada vez que puede. Durante el Gobierno anterior me quejé de que impulsaran la propuesta de un privado para construir la terminal de ómnibus en el cruce de la ruta 40 con la calle Esandi. Ahora, cuatro años después, me estoy quejando porque el Gobierno actual impulsa la propuesta de otro privado para construir la terminal en el cruce de la ruta 40 con la 237. En ambos casos los problemas son los mismos: tierras cedidas «alegremente» por un privado a cambio de que le permitan construir o vender; y total falta de infraestructura para llegar hasta los lugares propuestos.

Hace cuatro años sugerí hacer la Terminal en tierras del ferrocarril. Hace un tiempo cambié por las tierras de la Delegación Municipal El Cóndor, que están sobre Esandi y Mosconi. En este predio de 5 hectáreas se construyó el Gimnasio Municipal 3 y se prevee construir un polideportivo. Esto ocupará unas 1,5 hectáreas, dejando 3,5 Ha. libres que hoy ocupan sendos colectivos de larga distancia. ¿Por qué no construir ahí? La actual propuesta implican 2 Ha. en concesión (o sea que seguirán siendo del privado), mientras que las tierras municipales tienen casi el doble de espacio. Recientemente me enteré que dicho predio fue adquirido en 1992 por la Municipalidad para construir ahí la Terminal de Omnibus.

¿¡Ehhhh!?

Si hay una propiedad que se compró para hacer la terminal… ¿por qué se mandan a hacer estos tratos tan dudosos? ¿Y por qué se emperran tanto con esto? ¿No se dan cuenta que es por estas cosas que comienzan las sospechas de corrupción?

Dejando de lado estas cuestiones, y yendo a lo puramente técnico, hay un par de argumentos para sostener la construcción de la Terminal en Esandi y Mosconi. La primera es la distancia. La idea del transporte masivo es reducir la cantidad de vehículos que circulan por calles y rutas. Un colectivo que ingresa a Bariloche lleva a un promedio de 40 pasajeros hasta la terminal, donde se dispersan en autos particulares, taxis y colectivos urbanos.
Al hacer la terminal en la rotonda, sobre la ruta 237 transitarán los autos particulares, los taxis y colectivos urbanos que transportarán a estos pasajeros. Si antes circulaba 1 colectivo con 40 pasajeros, ahora lo harán unos 15 a 20 automóviles y colectivos urbanos. No solo eso, sino que también lo hará el mismo colectivo de larga distancia, sin pasajeros, porque los depósitos y talleres se encuentran en el radio urbano. Hay un problema de ineficiencia energética que es terrible, sin contar que la actual ruta está muy dañada, es de solo dos carriles y con banquinas de ripio. Con la terminal propuesta el tránsito se duplicará o triplicará y no veo a nadie del Municipio o de Viarse plantear convertir esa ruta vecinal en una avenida de cuatro carriles con rotondas y cruces a nivel, el mínimo necesario para una entrada segura y fluida a la ciudad.

Hoy por hoy muchos pasajeros bajan del colectivo y caminan hasta el centro de la ciudad. Lo hacen para no pagar taxi ni colectivo, aún cuando deben caminar entre 20 y 25 cuadras para hacerlo. Y lo hacen cargando bolsos y mochilas. ¿Mejorará su «experiencia» tener que pagar un taxi o colectivo sobrevaluado, cuando descubran que se bajan en medio de la estepa?

La segunda cuestión es que hoy está en construcción Esandi en forma de boulevard de cuatro carrilles, hormigonado. Va a ser la primera avenida en boulevard que se pavimenta desde la Avenida 12 de Octubre, construida en tiempos de Bustillo (o sea hace 70 años). Y con la añadidura del hormigón, que sabemos y vemos que resiste mejor el paso del tiempo y el tránsito. Con la Terminal sobre Esandi los colectivos podrán ingresar por esta entrada trasera en mejores condiciones que la entrada actual.

Y para no seguir extendiéndome mucho más, solo quiero comentar que las terminales de colectivos son eso, terminales. No son centros de entretenimiento ni esparcimiento, son simples lugares donde la gente quiere permanecer el menor tiempo posible. Hacer un cine o un shopping solo va a lograr una cosa: ocupar precioso espacio de estacionamiento por gente que no va a usar la terminal. Una terminal necesita de una sala de espera y una cafetería y nada más. Porque además nosotros somos principalmente origen y destino, no de tránsito. Solo un pasajero que esté esperando una combinación puede pensar en recorrer un shopping. Y esos, en Bariloche, son los menos, por lo que no hace falta una gran infraestructura. Solo un edificio simple, funcional y céntrico.

Rehacer la Fiesta de la Nieve

Rehacer la Fiesta de la Nieve

El otro día salió la noticia de que trataron en comisión el proyecto de ordenanza presentado por el concejal Hugo Cejas para reformular la comisión encargada de llevar a buen término nuestra ya devaluada Fiesta Nacional de la Nieve. ¿Por qué devaluada? Porque seamos sinceros, ya le importa a pocos, van menos a la fiesta y nuestros vecinos nos están sobrepasando con fiestas populares que dan envidia. ¿Y qué nos pasó? Yo creo que se combinaron varios factores entre los que incluyo la inmigración de los últimos años. Pero ojo, no estoy haciendo la estúpida polarización NYC-noNYC, sino un simple juego estadístico.

Cuando arrancó la Fiesta éste era un pueblo de unos 24 mil habitantes. La Fiesta surgió como una celebración popular de un segmento importante de la población que vivía de la nieve. No olvidemos que aún hoy Bariloche se lo tiene más como un lugar invernal que de turismo total, por más que vengan más visitantes en verano que en invierno. Esta fiesta popular tuvo un importante protagonista en las décadas del 70 y 80, decayendo en los 90s. No voy a caer en el facilismo de decir que la Argentina menemista nos arruinó, porque no creo que haya sido tan así. Claro que nos afectó la recesión, pero nos culpo primero a nosotros que no supimos adaptarnos a los cambios. El pueblo pasó a ser una ciudad en unas décadas y los nuevos habitantes diluyeron la proporción de gente que vivía del invierno. Para que algo sea considerado «popular» tiene que incluir un buen porcentaje de la población. Un evento que sume 2 mil personas en un pueblo de 20 mil se puede considerar estadísticamente más popular que otro que sume 5 mil en una ciudad de 100 mil habitantes. Bariloche es una ciudad donde la Fiesta de la Nieve dejó de ser popular, entre otras cosas. En los últimos años (y por ‘últimos’ hablo de 10 a 15) los eventos pasaron a molestar a más gente de la que interesa, o resultar indiferentes a más gente de la que interesa. De nada sirve un show para 8000 personas (lo único que aún funciona) si el concurso de barman o de tortas no van más de 200 personas. Así no es una fiesta popular, son mas bien eventos aislados.

Cuando era chico recordaba que la fiesta implicaban muchas cosas. Claro, nunca asistí al concurso de tortas, de barman o desfile del pullover porque siempre se hicieron en hoteles donde la capacidad es más que limitada. Pero sí recuerdo la calle Mitre peatonal con stands de las colectividades sirviendo comida. O los fuegos artificiales que cerraban un día de carrera de mozos (ya extinto), concurso de hacheros (que se hace cualquier día), desfile, retreta del desierto (¿alguien recuerda eso?), eventual desfile náutico y, por fin, los fuegos artificiales con su siempre impactante batería de cierre. ¿Qué pasó con todo esto? Hoy los stands son imposibles porque cerrar la Mitre lo impiden por todos lados, los shows en el Centro Cívico ocasionan un desequilibrio en el ya saturado tránsito del centro y los eventos parecen islas dispersas en un océano tempestuoso.

Hay que empezar por cambiar el paradigma. Por eso creo tenemos que replantearnos la Fiesta desde un principio. Para hacerla popular tiene que ser accesible para el público, nada de boliches bailables ni hoteles. Tiene que ser en un espacio amplio que permita un movimiento de 10 mil personas y que no implique parar la ciudad. ¿Cómo se hace eso? Haciendo la Fiesta en un predio fuera del centro. Y no, no hablo de hacerlo en Catedral porque ya sabemos lo que pasa cuando las cosas se hacen en Catedral. El tráfico lo hace imposible y además necesitamos que el centro de esquí esté funcionando. No, es mejor hacerlo en un descampado, en lo posible cerca de Virgen de las Nieves por estar relativamente cerca del centro, tener líneas de transporte urbano, lugar plano, sin árboles y con el paisaje de fondo que, a fin de cuentas, es lo que vende. Para tener una idea de escalas, el descampado que hizo una vez el Club Pehuenes tiene unas 4 hectáreas, contra las 0,3 hectáreas de la plaza del Centro Cívico (calles incluidas), 2 hectáreas del velódromo (en toda su extensión, incluyendo las pendientes imposibles, 0,1 del Gimnasio Municipal 1 y 0.16 del gimnasio Pedro Estremador.

En un predio como el de Pehuenes se puede montar un gran escenario para que no solo se haga el show central sino que se convierta en un verdadero festival de música. Y no hablo de solo bandas consagradas. No, que vayan todos: folkloristas, rockeros, reggae, colectividades, todos. A fin de cuentas queremos que sea popular (y voy a lamentar decir esto, pero incluso cumbia y cuarteto). En un predio así que se monten stands donde las colectividades puedan vender comidas y bebidas como lo hacen en la Fiesta de las Colectividades (que, admitámoslo, viene siendo la última fiesta popular que nos queda), y donde además se puedan armar carpas para los concursos de barman, de tortas y de pulloveres, y así sacar estos eventos al ruedo popular. Que también se haga el concurso de hacheros ahí y bien se pueden inventar algunos más para sumar. Algo así tendría que funcionar todo el día, de manera de que uno siempre tenga la posibilidad de pasar y disfrutar de un buen rato, como toda fiesta debe ser. Sino vamos a terminar como los Oscar: una elección de reina correcta en su realización, pero aburrida y condenada a la indiferencia.

Taxis, taxis alternativos y taxis temporales

Taxis, taxis alternativos y taxis temporales

En una ciudad que crece de manera constante la necesidad de transporte también aumenta. En Bariloche esta necesidad se ve incrementada también por el turismo que también necesita transportarse. En los meses de mayor afluencia turística los servicios de taxis y remisses se encuentran desbordados, mientras que en los meses de baja receptividad el movimiento se reduce al ámbito local. Esto es un problema.

Desde hace varios años que se pide mayor cantidad de taxis y remisses. En la temporada de invierno la situación se vuelve insostenible. Mientras que en verano gran parte del turismo viene en sus propios vehículos y la gente puede movilizarse sea a pie o en bicicleta, en invierno las cosas cambian drásticamente. Los turistas no vienen en sus vehículos, el clima no permite movilizarse cómodamente a pie o en bicicleta y en algunos sectores es preferible dejar el auto en casa y movilizarse por otros medios. Es ahí cuando los taxis y remisses se ven desbordados y cuando se piden más licencias habilitadas. La Municipalidad se encuentra entonces con una disyuntiva. Si habilita más licencias para trabajar con la demanda de la alta temporada, en los meses de baja temporada habrá poco empleo y serios problemas económicos. Si no habilita más licencias, seguirán los problemas actuales.

Pero surgió recientemente una tercera opción: licencias temporales. Funcionarían solamente durante la mayor demanda y en los meses de menor demanda las unidades funcionarían como autos normales. ¿Pero es viable esto? ¿Qué podría suceder? Primero, nadie va a dejar de trabajar en la baja. ¿Va a quedar la gente desempleada? No, va a haber presión para convertir las licencias temporales en permanentes. Esto o los taxis temporales se van a convertir en taxis truchos, amparados por una licencia dudosa.

Yo creo que primero tendríamos que sincerarnos un poco, porque a mi entender los taxis y los remisses son lo mismo, solo que con máscaras diferentes. Los taxis son fácilmente identificables (pese a que actualmente hay dos combinaciones de colores), permiten levantar pasajeros en cualquier momento y el pago es por viaje. Los remisses son difíciles de identificar (solo un número de habilitación muy discreto sobre las puertas delanteras), tienen que buscar a los pasajeros donde éstos lo soliciten y el pago es también por viaje, solo que en este caso el cobro es más ambiguo. En un taxi el costo se calcula por una relación entre tiempo demorado y distancia recorrida. En un remisse se calcula por la distancia, sin importar el tiempo. Es por esta razón que vemos remisses volar por calles y rutas porque cuanto menos tiempo demoren, más ganarán. Los taxis, si el pasajero lo solicita, pueden ir en primera marcha que el pasajero lo pagará.

Cuando era chico preguntaba por qué las agencias de alquiler de autos aclaraban que rentaban autos sin chofer. Me respondían porque se podían alquilar autos con chofer y que eso se llamaba remisse. Con el tiempo los remisses aparecieron pero para mi sorpresa no funcionaban como un auto de alquiler con chofer sino como un simple taxi, solo que sin la combinación de colores característica, el cartel indicador ni el medidor de cobro. O sea, a mi entender, el remisse no es más que un taxi alternativo. Por eso considero que los remisses deberían ser autos alquilados con chofer y por lo tanto ser contratados por tiempo (por día o medio día) y con una cantidad de kilómetros libres, como todo buen auto de alquiler. Los taxis seguirían siendo taxis. En una hipotética transición una licencia de remisse se podría canjear por una de taxi para poder optar por este sistema.

Volviendo a los taxis temporales, una de las cosas que no me convencen es que los autos llevarán insignias temporales. O sea que cualquier auto en condiciones de circular podrá ser un taxi, no solo los clásicos celestes y blancos. Si invertir los colores fue una idea controversial, tener aparentes taxis truchos será un caos y causará aún más desconcierto entre los turistas. Creo que, para no perder la homogeneidad y el estilo, un taxi temporal debería ser inicialmente blanco o celeste y que pueda ser enmascarado con vinilo adhesivo para semejar un taxi permanente. De esa manera se verán todos similares, no generarán confusiones y mantendremos una imagen de coherencia para el visitante.