Los baches en las calles de tierra
Vamos a comenzar este weblog con un problema recurrente como lo son los baches en las calles de tierra. En un ejido municipal con 600 kilómetros de calles y caminos de tierra, tenerlos en buen estado es virtualmente imposible. En muchas arterias el tránsito diario convierte a las calles en símiles de campos bombardeados, con entramados de pozos que llegan a los 10 cm de profundidad y donde circular con ellos requiere de pericia, infinita paciencia y un presupuesto en mecánica del auto. Esto repercute en el devenir diario con taxis y remisses que no quieren circular por ciertos barrios y por colectivos que no cumplen horario porque deben transitar a paso de bebé cansado. Esta situación genera malestar, enojo, pérdidas económicas y, dicho libremente, una mala onda generalizada.
La municipalidad no se queda de brazos cruzados. De manera casi constante se encuentra realizando reparaciones, pero éstas duran poco tiempo. Cuando llueve las cosas se ponen realmente calamitosas, por lo rápido que se dañan las calles. ¿Cuál es la solución? Lo más obvio es que el pavimento, pero con los costos que implican, bien se podría ganar tiempo haciendo bien las cosas. En una calle con pozos pasar la motoniveladora no resuelve el problema, solo lo esconde el tiempo que demore en resurgir. No es falsa la sensación de que «están los mismos pozos que antes». Me explico:
Con el tránsito las ruedas van desplazando la superficie de la calle o camino. Ligeros derrapes de la rueda excavan la tierra y la amontonan centímetros atrás. El constante tránsito de vehículos haciendo lo mismo solo acrecenta este efecto. Los pozos se forman y mantienen porque la tierra apilada es comprimida por los mismos autos.
Cuando se pasa la motoniveladora se rompen las crestas y con esta tierra se rellenan los pozos. Pero la máquina no compacta esta tierra removida. El pozo sigue ahí, oculto tras una capa pobremente compactada. Cuando los autos vuelven a transitar remueven la tierra suelta y el pozo vuelve a la luz.
La solución es encarar una reparación más profunda. Una máquina rompe y remueve 10 o 15 centímetros del suelo (lo suficiente para superar el pozo más profundo). Luego la motoniveladora empareja el suelo y por último una aplanadora se encarga de aprisionar esta tierra suelta para crear una superficie dura y compacta. De esta manera demorará más en iniciar el ciclo y los primeros pozos que se formen tardarán tiempo en armarse.
Por supuesto, ésta no es una alternativa económica y simple. Son tres máquinas contra una y los arreglos demoran su tiempo, pero los resultados ofrecen un plazo mayor para un tránsito menos complicado. En barrios netamente residenciales y donde no circulen vehículos pesados, ésta puede ser una alternativa a un pavimento costoso que no muchos pueden pagar.
PS: los dibujos indican además de que el diseño no es mi fuerte.